Veo a Matias y a los otros niños reírse mientras mi tragedia se desenvuelve adentro. Al menos esto se siente real. Al menos algo se siente real: mi niño y su risa hermosa y las ganas de vivir y la necesidad de reírse.
Qué cosa tan horrible ésta que tengo yo. Esta angustia existencial de la que desde hace tanto tiempo sufro.
Bueno, en realidad, no puedo quejarme pues llevo un rato en el que no ha sido tan terrible la cosa.
-tomado de la libreta 82 y escrito hoy en el Día de la Antioqueñidad en El Arca.
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