Recuerdo que oía una bulla fuertísima dentro de mí. Yo sentía que venía de otra parte, no sé de dónde. La sentía adentro, pero no sentía que proviniera de mí; yo sólo la oía. Yo sabía que las otras personas no podían escucharla. El sonido era parecido a un gruñido lleno, bajo, fuerte, cortante, tal vez…
Duraba un rato y después se iba.
Este recuerdo lo tengo ligado a Andrea Wilches, una compañera del salón en el Triángulo, a quién una vez enlos columpios de madera, altos y pintados de rosado en los que una vez, algunos niños queriendo asustarla la impulsaron tanto que dio una vuelta de 360* (más, en realidad, pues la columpiada siguió), hasta que la pobre, se bajó más pálida de lo que era, asustada y llorando.
La última vez que oí esta bulla estaba en el Colegio El Triángulo, debía estar en tercero o cuarto de primaria o tal vez más pequeña. En ese columpio (o en la escalerita del salón de pintura y después laboratorio de química) lo escuché por última vez.
Empecé a sentirlo fuertísimo, fuertísimo, como siempre, que se apoderaba un rato de mí y le dije fuerte con el pensamiento: ¡NO MÁS!
Entonces, paró y nunca volví a sentirlo.
¿Qué sería?
Viernes 15 de julio de 2011
Ziruma, El Retiro
11:06 a.m.
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miércoles, julio 10, 2013
jueves, octubre 18, 2007
A mí me decían Tyson Mejía en El Triángulo
Hay distintas versiones del asunto, pero siendo sintéticos, todo sucedió en La Palestina, una finca de mi tío en Támesis, donde pasamos muchas vacaciones felices cuando estábamos chiquitos. El evento por el que luego sería llamada Tyson Mejía tuvo lugar en la piscina de temperatura perfecta (casi digo más perfecta, pero eso le quitaría perfección), era ideal, pero real.
Mi hermano y unos amigos del colegio la cogieron contra las mujeres y yo, que aprendí a ser brava (porque era furiosa) de defenderme de mi hermano y de lo que fuera, me tiré a la piscina y mi gancho derecho cayó casualmente sobre el infortunado ojo de Pedro José Molina (que era como mi amor platónico). El hombre (adolescente en aquellos días) se fue al bordito de la piscina y repetía incansable: "Pablo, güevón, esto se está hinchando"
Al siguiente día de colegio, Pedro no fue y al otro llegó con gafas oscuras y sin querer confesar qué le había pasado. Cuando por fin contó (o contaron tantos testigos que había habido), recibí ese sobrenombre que no me dejaba caminar por las mangas del colegio sin que oyera el Tyson Mejía o alguna cosa...
Mi hermano y unos amigos del colegio la cogieron contra las mujeres y yo, que aprendí a ser brava (porque era furiosa) de defenderme de mi hermano y de lo que fuera, me tiré a la piscina y mi gancho derecho cayó casualmente sobre el infortunado ojo de Pedro José Molina (que era como mi amor platónico). El hombre (adolescente en aquellos días) se fue al bordito de la piscina y repetía incansable: "Pablo, güevón, esto se está hinchando"
Al siguiente día de colegio, Pedro no fue y al otro llegó con gafas oscuras y sin querer confesar qué le había pasado. Cuando por fin contó (o contaron tantos testigos que había habido), recibí ese sobrenombre que no me dejaba caminar por las mangas del colegio sin que oyera el Tyson Mejía o alguna cosa...
martes, septiembre 18, 2007
"Cayó como montañero en piscina de pueblo"
Alejandro Gómez hablando de Jorge Soto cuando cayó mal en el puente, y la amnesia, etc.
Después, en El Triángulo, en la cancha peligrosa de atrás (el que haya estudiado o visitado el colegio en esa época sabe exactamente de lo que estamos hablando), el pobre Jorge terminó en la enfermería por un batazo que le confinó Pedro Molina en la cabeza
Después, en El Triángulo, en la cancha peligrosa de atrás (el que haya estudiado o visitado el colegio en esa época sabe exactamente de lo que estamos hablando), el pobre Jorge terminó en la enfermería por un batazo que le confinó Pedro Molina en la cabeza
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