Aún sigues viviendo en mí, para siempre. Seguirás viviendo en mí.
Foto tomada por mí –35mm, obviamente– en el concierto que hizo en mi finca después de su debout en Comfenalco, que fue una invitación de Juan Antonio Agudelo.
Escribí esto para ti en el hermoso homenaje para tu cumpleaños 40 en abril en el Museo de Antioquia (para el MAMM escribí algo más largo), pero este poema sintetiza el dolor de tu ausencia.
¡Qué corta fue nuestra eternidad!
¡Qué corta fue nuestra eternidad!
AAlejo Vélez, homenaje fragmentado a ritmo de lágrimas
¡Qué corta fue nuestra eternidad!
Duele helado tu muerte en mi corazón
como un dolor que traspasa cada uno de mis centros
en una vertiginosa onda energética del color y vibración opuesto
a cada uno de mis chakras:
lo helado de la muerte…
Y sé lo que es la muerte desde hace décadas.
¡Qué corta fue nuestra eternidad!
Trato de ver lo bueno de tu muerte:
No aguantarte la moda noventera,
ni el shuffle dance, que te recordaba al Chavo del 8 bailando,
ni el abominable hardstyle…
ni, sobre todo, las brutalidades de este ignorante homo sapiens.
¡Qué corta fue nuestra eternidad!
Es tu ausencia el chuzón helado en el vacío de mi corazón.
Es tu ausencia ese vacío triste en la surrealidad de tu inexistencia:
eres la más helada de todas las muertes.
¡Qué corta fue nuestra eternidad!
Tiemblo de frío,
tiemblo de ausencia,
tiemblo de miedo
pero ¡cuán agradecida estoy de haberte tenido cerca!
¡Qué corta fue nuestra eternidad!
Y, sin embargo, nuestro amor sí fue por siempre.
Todo lo entendías, todo lo conectabas, de todo lograbas reírte
¿Cómo viviré el mundo sin vos?
¡Qué corta fue nuestra eternidad!
Gracias, amor eterno, por justificarme la vida con la música:
sólo me faltó bailarte más… y más música con vos
… y todo el resto.
Buen viaje, mi adelantado amor.
¡Qué corta fue nuestra eternidad!
… qué corta fue nuestra eternidad…
¡qué corta!
Maria José Mejía E.
a.k.a Belladonna Wild
Ziruma, viernes, 8 de abril, 2022
Un tris sobre quién fue Alejandro Vélez a.k.a. .vélez, Palomo, @dubbyvelez, Protov, entre otros:
Personalmente, podría seguir en cuarentena durante mucho tiempo, pero soy una persona privilegiada por el espacio y la compañía. Sin embargo, pienso en la realidad del mundo, de la gente en general, de lo que va a pasar con este frenón-en-seco de la realidad mundial global y sólo me queda agradecer lo bendecida que he sido y respirar profundo para entender cómo surfearemos estos cambios tan agresivos que nos está tocando vivir.
Esta entrada la escribo a petición de Alejo Vélez, que me dijo que le hiciera un seguimiento a este proyecto en un blog. A mí me parece fantástica la idea, pues son taaaantas las historias para contar (pero el tiempo está más que copado entre las obligaciones normales del trabajo en la Entidad Financiera para proteger selvas que estamos montando, RADAR, resolver los asuntos técnicos de la finca y la virtualidad de la madre y la organización a fondo de Ziruma, la biblioteca de acá que es enorme y, ahora, ¡otro trasteo! –estoy en trasteos desde 2014– y la construcción, ya urgente, de mi estudio).
Cuando se oficializó el inicio de la cuarentena, mi hermana Valeria –que está en Medellín y nosotros en la finca– le pidió a mi mamá que le grabara una canción por día. Mi mamá me pidió el favor de que le grabara los videos. A mí me pareció una idea maravillosa.
Empezamos haciendo una grabación muy simple en la que básicamente mostraba a mi mamá y hacía un recorrido con la cámara mostrando imágenes de lo que hay. Ahí apareció el primer problema: el sonido se iba cuando dejaba de apuntarle a mi mamá para registrar otras cosas. Entonces, a partir de la Canción No.15 iniciamos a hacer la grabación del audio separada del video, lo que implicaba una complicación técnica: se hacía necesario editar para poder pegar audio y video y yo nunca había editado.
El programa que tenía, preinstalado en el compu, era iMovie, así que fue la herramienta seleccionada; aunque siempre había pensado que quería aprender en otro programa más profesional. Cosas de la cuarentena: se usa lo que se tiene a la mano.
He ido, desde entonces, aprendiendo y experimentando. Disfrutándome un montón el proceso, aunque mi madre al principio me enloquecía con su acosadera, pues no entendía los procesos normales que toma la edición (que todavía estoy aprendiendo) y todos los otros asuntos técnicos. Pero ahora nos disfrutamos cada vez el proceso de realizar las canciones… y ella ha aprendido paciencia.
Este proceso ha sido fundamental para ambas. Para mí, porque me ha permitido registrar las canciones que ha cantado siempre, cosa que resulta fantástico para mi obsesión por el registro y porque me ha acercado a uno de los seres que más admiro en este planeta. Para ella ha sido un pilar emocional vital, pues su edad cronológica no coincide con su edad mi física, ni mental: mi mamá es una mujer muy joven, pero tiene edad para estar obligada al confinamiento.
El enviarle las canciones a Vale y a la familia, se convirtió en un envío diario a los amigos y a algunos conocidos de las listas privadas de contactos, inicialmente de mi madre. Luego empecé a compartirlas también a algunos de mis contactos que supuse interesados y se ha ido volviendo una razón linda de reconexión y sorpresa para muchos, pues este mundo tan natural para nosotros, es desconocido por muchos y recordado amorosamente por otros.
NOTA: Aunque el título indica que publicamos una canción al día, en realidad, son bastantes más pues muchas contienen ñapas, bonus y/o son especiales (como la celebración de los 97 años que tendría mi papá –al lado del roble que nos recuerda el paso del tiempo–, por el cumpleaños de mi mamá, o porque las canciones son corticas, o por Eloísa, o porque sí.
¡Feliz reseteada!
ps. espero tener el tiempo para actualizarlos e ir contándoles las historias de las canciones.