Dudo que sea posible encontrar a alguien tan armónico como yo en este instante.
Oigo a Satie mientras me despido de un viejo amor como limpiando el horizonte con mi mirada. Contemplo por primera vez la realidad en su dimensión y me doy cuenta del enorme abismo que nos separa. El abismo de la vida de cada uno, de su disposición, de sus decisiones, de donde proviene cada uno y las cosas que ha tocado hacer y los rayones, corazas y cicatrices de cada uno.
Había tenido esta sensación de certeza una vez, sólo una vez, cuando en la costa vi a Jorge Ortiz, el papá de Matías (en ese paseo fue concebido, de hecho) y me dio pesar y pensé: "ya dentro de poquito se acaba, esto ya se acabó". Lo miré salir del mar caminando tieso, torpe, un poco payaso, y lloré las lágrimas necesarias para el adiós… que todavía no ha sido.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario