Orden del Congreso de la República de Colombia a Manuel Mejía Vallejo
MILITO AL LADO DE MI PAÍS
El Colombiano
Martes 11 de noviembre, 1997
Cultural 5C
En los momentos más lúcidos, como en las horas más
difíciles, el escritor antioqueño siempre está con Colombia. Lo dijo al recibir
el viernes la Orden del Congreso. Sus palabras fueron leídas por Jaime
Jaramillo Panesso. He aquí el texto, con entretítulos nuestros.
Recibo con
profundo agradecimiento esta condecoración, en momentos que exigen una seria
reflexión entre los colombianos, y en particular entre los intelectuales y
hombres de letras que a veces parecen perdidos o distantes, salvo excepciones,
de los grandes problemas de la nación.
Una
condecoración, que invoca para su imposición la democracia participativa y la
construcción de la ley, debe, en primer lugar, dirigirse a ella. Nuestra
democracia es una construcción particular, como lo ha sido en otros países del
mundo que escogieron, desde hace muchos años, este camino. Para que una
democracia funcione se requiere, ante todo, de ciudadanos convencidos de su
papel dentro del Estado. Colombia tiene muchos habitantes, treinta y siete millones,
pero pocos ciudadanos y ciudadanas. La ciudadanía no nace a los diez y ocho
años en cada colombiano, sino que se forma desde la crisálida de la niñez,
hasta el ejercicio participación total, con responsabilidad, en la adultez. Es
un asunto de educación, y es un asunto de satisfacción con la forma y nivel de
la vida de la nación. Contra el ejercicio ciudadano conspiran, no sólo las
tentaciones resentidas de la izquierda totalitaria, sino el ejercicio
autoritario de quienes ejercen el poder. La Constitución de 1991 abrió
importantes puertas a una mayor democracia y a la reconstrucción de un Estado más
fraternal y amable. Pero necesitamos incluir a los disidentes que recurren al
fuego de las armas, y requerimos una sociedad con mayor equidad, la cual no se
logra sin una profunda reforma de la propiedad agraria y sin una aplicación
equilibrada de los presupuestos de Estado. Para ambos casos necesitamos la paz.
RECONCILIACIÓN
No está
lejos el momento para iniciar este proceso de reconciliación en el cual los
intelectuales y los hombres y mujeres de la cultura no pueden estar a la
expectativa, sino producir hechos, y compromisos para que la democracia se
consolide. Yo sé que existen proclividades sentimentales y miedos. Pero el
momento no admite una espera contemporizadora.
De otro
lado, las fuerzas políticas que agrupan con distintas opiniones, a la gran
mayoría del pueblo, tienen que reflexionar y corregir rumbos internos. Para que
la paz sea producto del más amplio consenso, los partidos, fracciones y sus
movimientos deben tener un entendimiento mínimo nacional sobre una plataforma
que nos permita sobrevivir como nación. De lo contrario las fuerzas disolventes
de todo tipo de delincuencia, las presiones extranjeras de orden político y
económico, presiones que van desde los vecinos fronterizos hasta las potencias y las organizaciones
internacionales, nos pueden llevar al colapso y al fraccionamiento.
Invoco como
escritor el poder traumatúrgico de la palabra para que sirva no sólo al
diálogo, a la tolerancia y la paz, sino como instrumento de la nación para dar
el salto que supere nuestras divisiones internas y el apocamiento de la
academia, las artes y las ciencias, en este obligatorio renacimiento del alma y
la inteligencia de la patria.
Como bien lo
saben ustedes los aquí presentes, tengo especial predilección por Antioquia,
esa que discurre en mis obras y en mis sueños. La palpo con la yema de mis pensamientos
y pasiones, y la encuentro vigorosa. Pero Antioquia necesita cohesionar sus gentes
para un proyecto de desarrollo sostenible y descentralizado que incorpore a sus
más lejanos municipios para que el Valle del Aburrá, y su capital
departamental, no se conviertan en un monstruo macrocefálico que agote a la
provincia, exprima a los habitantes más lejanos y marchite la vida económica de
la comarca.
A MIS AMIGOS
Antioquia
nunca ha dejado su liderazgo en muchos aspectos de la vida nacional. Pero si no
reconstruimos un equipo dirigente integrado, en donde empresarios, líderes
comunitarios y sociales, académicos, intelectuales, políticos y periodistas
señalen de manera mancomunada, los planes y los objetivos de una sociedad
moderna y revisada, Antioquia llorará sobre su pobre negación y estancamiento.
Entonces el ron de mis amores dejará de ser el símbolo, y el bambuco rodará
sobre las piedras sin que arriero alguno recoja sus sentidas melodías, ni habrá
mula de cuatro patas que lo acompañe en las lomas de la historia.
Guardo las
fundadas esperanzas de que la democracia colombiana sea mucho más que una
condecoración. Que, además, sea defendida por la gran mayoría de nuestros
ciudadanos, porque hace parte de la cotidianidad y de la convivencia. Llamo a
mis amigos de la cultura y de las letras para que, sin abandonar su
independencia de criterios, se expresen colectivamente frente a las
circunstancias asumiendo el reto de ayudarle al porvenir de la nación de manera
propositiva, rescatando para todos los colombianos el sentido de lo político, valga
decir, de lo público, como objeto de la ciudadanía toda, sin distingos de
ninguna clase, para que cierre el foso de los que presuntamente piensan y de
los que presuntamente administran en nombre de todos.
Recibo la
Orden del Congreso de Colombia como un reconocimiento al ciudadano y como un
estímulo al escritor. Tengan la seguridad, Señores Congresistas y oferentes,
que milito al lado de mi país en sus momentos más lúcidos y en las horas más
difíciles. Gracias por inscribir mi nombre al lado del Estado de Derecho.
Manuel Mejía
Vallejo
Noviembre de
1997
2 comentarios:
Un paisa verdadero,lúcido,sensible, democrata. Que actual y que visionarias estas palabras, necesarias hoy que las mentiras, la indignidad, el rencor, la manipulacion y la fractura son lo que muestra el lider politico antioqueño mas visible. don Manuel Mejia, vuelva a jalar patas y orejas!
jajajajaja… buenísimo!
gracias, hermosa. Sí, la verdad es que él sí era una belleza.
… y de los líderes… lo único que nos queda es la esperanza de creer y estar firme con las cosas buenas que haga/produzca quien vaya a liderar este país.
Publicar un comentario