Alejo, amor eterno, “cómo quisiera ¡ay! que tú vivieras que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca y estar mirándolos… amor eterno e inolvidable”
¡Cómo te habrías reído de saber que al oír a Rocío Dúrcal lloro tu ausencia!
¡Qué rápido te fuiste!
¡Qué poco me parece que te disfruté!
Oigo amor eterno, me corto el dedo y lavo la montaña de platos con mis lágrimas en sangre.
Ziruma, 18 de diciembre de 2024