martes, noviembre 03, 2009

ay, duele, duele, duele: arde, en realidad

Eso, que el alma duele cuando uno le ha dicho que ya no le puede doler, que ya no le debe doler, entonces esta niña se acelera… siempre se acelera la niña. Claro que me pregunto si es que realmente se acelera o si era que estaba mirando más lejos
–¿negativa como Edo Peláez? que tenía razón desde su punto
y mirando siempre en esa dirección?
No lo sé, no lo sé.
Tal vez debería dejarme asesorar por quien vuela y a nadie le dice cómo del todo
(a veces zumbando, a veces brincando, haciendo cosquillas que molestan
diciendo unas verdades hermosas acompañadas de una falta de delicadeza que denotan lo que es)

Mi cabeza habla con mi soledad
en mi hermosa esquizofrenia.

–Ay, no le digan a nadie de mi tristeza,
que esta es mía, mía, mía;
pero como no me la aguanto
la tengo que contar.

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